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Dilluns, 28 de juliol
Entrevista a EDUARDO R. ZANCOLLI, Imma Sanchís (La Vanguardia, 26-07-03)
“Las casualidades encierran un mensaje”
–¿Qué gobierna nuestras vidas, la casualidad o la causalidad?
–La causalidad de la casualidad, la sincronicidad.
–¿Y eso qué es?
–Coincidencias con significado para las persona que las vive porque encajan perfectamente con su historia personal dando respuestas a dudas existenciales.
–¿Descarta el azar?
–Las coincidencias pueden tener que ver con la oportuna llegada de cierta información especial que no sabíamos cómo conseguir, o podemos pensar de repente en alguien que hace mucho que no vemos y, al día siguiente, toparnos con él. Resulta demasiado improbable matemáticamente hablando, que haya sido consecuencia del azar.
–Póngame un ejemplo ilustre.
–Ya de joven, Abraham Lincoln sentía que debía ser algo más que un granjero de Illinois. Un día tropezó con un vendedor ambulante que atravesaba una época difícil y decidió ayudarle. Le compró un viejo barril lleno de objetos sin mirar el contenido.
–¿Y qué había?
–Quincalla y una colección de libros de derecho gracias a los cuales estudió hasta ser abogado y cumplir su célebre destino.
–¿Cómo un médico se interesa por la sincronicidad?
–Todos nos cuestionamos qué hacemos aquí y si estamos en el camino correcto. Un día vino a verme un médico norteamericano para ofrecerme un negocio, y gracias a una “bompa”, un recipiente tibetano para el agua bendita, que él vio en mi despacho, acabamos hablando de su colaboración con el Dalai Lama y acabé en Tíbet.
–Puede ser una simple coincidencia.
–Un día antes de este encuentro mi mujer me dijo que sacara ese objeto de casa, que, por cierto, llevaba tres años en la misma estantería y nunca lo había visto. A partir de ahí el cúmulo de coincidencias fue tal, que decidí investigar el tema.
–¿Y?
–A diario nos suceden coincidencias, pero a veces se da una confluencia de sucesos que nos impactan y vemos y sentimos un significado en lo fortuito: son mensajes con significado. A este tipo de coincidencias el psicólogo suizo Carl Jung lo llamó sincronicidad.
–¿Y quién envía esos mensajes?
–Se ha podido demostrar en diferentes ámbitos de la ciencia que existe un orden superior con propósito que, por ejemplo en física cuántica, produce estados superpuestos.
–¿Qué es eso?
–En este momento estamos compartiendo un mismo estado que nos liga para siempre. Dentro de tres años, en el otro extremo del mundo, yo podría acordarme de usted y a los dos minutos usted llamarme.
–¿Esto es científico?
–Si dos simples partículas han compartido un estado único, luego, aunque estén alejadas la una de la otra, resulta que si medimos su velocidad, coincide. Vivimos en un universo que se comunica instantáneamente a una velocidad superior a la de la luz.
–¿Qué demuestra eso?
–Que hay una danza subyacente a todas las partículas subatómicas, esas que constituyen la base de todo el universo, visible y no visible. Con ese descubrimiento Pauli ganó el premio Nobel de Física.
–El batir de las alas de una mariposa en Pekín...
–... Puede causar un tornado en Texas. Todo está interconectado, todo está en todos lados, hay un orden más allá del caos.
–¿Y ese orden nos dirige?
–La ciencia reconoce el fenómeno pero nadie entiende todavía el sentido. Todos los estudiosos coinciden en que cuando ciertas cosas son atraídas repentinamente hacia nosotros de maneras muy sorprendentes comienza a operar una estructura de causas subyacentes.
–¿Como un conjunto de fuerzas?
–Sí, como si estuviésemos rodeados por un campo magnético en el que los imanes se alinearan automáticamente respondiendo a un nivel de causalidad más sutil.
–¿Y todo eso para qué?
–La sincronicidad nos ayuda a elevar nuestra conciencia, a evolucionar. ¿Conoce la historia del escarabajo de Jung?
–No.
–Había una paciente que todas las noches soñaba con escarabajos. Mientras se lo explicaba a Jung oyeron unos golpecitos en la ventana: era una especie de escarabajo que no existía en esa región. Jung investigó su simbología y curó a la paciente. De la misma manera, la historia de los grandes descubrimientos está tejida a base de casualidades.
–¿Cómo podemos atraer la sincronicidad a nuestras vidas?
–Hay que dejarle espacio para que se pueda manifestar y darle valor al pensamiento intuitivo. Suelen aparecer en periodos de transformación: muertes, enamoramientos, psicoterapia, trabajo creativo intenso..., situaciones que nos sacan de la rutina y nos hacen replantearnos los valores. Una vez un maestro espiritual me preguntó: “¿Qué hace usted por usted?”.
–Buena pregunta.
–“Regálese una hora diaria para hacer nada, salir, caminar sin destino, estar abierto a lo que no tiene programado”, me aconsejó.
–¿Y si no entiendo el mensaje?
–El significado de las sincronicidades tiene que encajar con nuestra historia personal. Si tropieza repetidas veces con un número, un objeto, una situación, o las cosas empiezan a encajar sin esfuerzo, ponga atención, conviértase en el detective de las propias pistas y acabarán llevándole a algún lugar.
EDUARDO R. ZANCOLLI té 50 anys. Ha nascut i viu a Buenos Aires. És traumatòleg especialitzat en cirurgia de mans i espatlles. Està casat i té dues filles. Es partidari de la democràcia participativa. Creu en la pau, en la preservació del medi ambient i en un ordre superior. Ha publicat “El misterio de las coincidencias”, editorial RBA.
lasius i neglectus
28.7.03
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